LA CEGUERA DE LAS PASIONES


LA CEGUERA DE LAS PASIONES



Tenemos, los hombres, la histórica costumbre, de empeñarnos  tanto en ciertas ideas, que nos absorben enteros, sufriendo una absoluta simbiosis, que hace imposible que nos separemos de ellas,  para recuperar  nuestro ser anterior.
Pasa, casi siempre, que desde el anonimato obscuro de las sombras, en que nos sumerge la carencia de luz propia, se apodera la urgencia de abrillantar, el bronce grisáceo de nuestra existencia; entonces, buscamos lustrar la corroída armadura con los errores ajenos, desplegando el lienzo  de anquilosadas ante propuestas, extraídas del cesto de los cachivaches abanderándonos, de una oposición sin propuestas, que se alimenta con  los fantasmas del pasado y  futuro, del “pudiera ser”, del “por si acaso”, o simplemente  por asociarse a quienes detentan el dudoso merito  de  usar desgastados argumentos  que suenan bien, pero, se pierden en lo abstracto de lo inejecutable.

Es imperioso articular la realidad, la necesidad, el interés y la posibilidad, como actores sociales dinámicos, producto, y a la vez constructores  de un presente y futuro, mediante una visión profunda, amplia y dinámica, del espacio socio histórico en que interactuamos, generando un pensamiento crítico, capaz de valorar  hechos y propuestas en su justa y exacta dimensión, no ajustando  la realidad a la miope observación de nuestra conveniencia.
No abogo, ni someramente, una renuncia a los ideales básicos de supervivencia, ni al inalienable derecho  a luchar por una vida digna, en la lumbrera  de un mundo inclusivo, cuya égida suprema  sea la defensa y valoración de la vida, en su más amplia y compleja diversidad; es más, creo como millones de seres humanos en la necesidad  urgente e inaplazable  impulsado desde los excluidos  del mundo. Lo que expongo, es la necesidad de construir una propuesta crítica, teórico – practica, factible de engendrarse, impulsarse y ejecutarse desde nuestra posición actual; planteo un reposicionamiento critico, respecto a nuestra praxis social, que permita unir el discurso  a la práctica ontológica de la realidad, ubicándonos como sistematizadores ideológicos de la práctica cotidiana, apoyados en la conceptualización teórica, pero cuidando de no sumergirnos tanto en ella que perdamos contacto  con la existencia concreta, como sucede muy seguido con muchos seudo lideres sociales.
Debemos reconstituirnos como actores sociales dinámicos, esencialmente humanos, auto cuestionando  nuestro accionar, despojándonos de mitos propios y extraños, retomar el valor individual y social de nuestra palabra, restañar las lesiones  auto infligidas y ocasionadas a nuestro entorno inmediato, y en acopio de fortaleza reconocer errores e identificar debilidades, para retomar  conjuntamente  el proceso de formación, con menos alarde y con mayor acción y participación.

Si, la lucha va,  compañeros
Pero necesitamos  creatividad y autocritica,  para reconstruir  estrategias.

Fredy Torres A.
Julio 9 del 2011.

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