Estamos
viendo como el sistema se destruye a sí mismo
Traducción de Alejandro Kirk – El filósofo esloveno
Slavoj Zizek, considerado uno de los pensadores contemporáneos más prominentes
sumó su apoyo y simpatía con los participantes en la ocupación de la plaza de
Wall Street. Autor de innumerables libros y sujeto de varios documentales,
Zizek se presentó en la plaza el domingo 9 para ofrecer esta intervención:
Somos todos perdedores, pero los verdaderos perdedores
están allí en Wall Street.: ellos gozaron de una fianza con millones de
millones de nuestro dinero. Nos llaman socialistas, pero aquí siempre hay
socialismo para los ricos. Dicen que no respetamos la propiedad privada, pero
en la crisis de 2008 se destruyeron más propiedades duramente obtenidas que si
todos nosotros estuviéramos destruyéndolas durante semanas. Nos dicen que somos
soñadores, pero los verdaderos soñadores son los que piensan que las cosas
pueden seguir indefinidamente como están hoy. No somos soñadores; nos estamos
despertando de un sueño que se ha convertido en pesadilla.
No estamos destruyendo, estamos presenciando cómo el
sistema se destruye a sí mismo. Conocemos la escena clásica de los dibujos
animados: el gato llega a un precipicio pero sigue caminando en el aire hasta
que mira para abajo, se da cuenta y cae. Es lo mismo que ocurre ahora; le
estamos diciendo a los de Wall Street. “¡oye, mira p’abajo!
A mediados de abril de este año el Gobierno chino
prohibió en televisión, cine y literatura cualquier tema relacionado con
realidades alternas o viajes en el tiempo. Es una buena señal sobre China: los
chinos son gente que todavía sueña con alternativas, así que deben prohibírselo.
Aquí no hace falta, no necesitamos prohibiciones, porque el sistema imperante
ha jodido hasta la capacidad de soñar. Miren las películas que vemos todo el
tiempo: es fácil imaginar el fin del mundo, o un asteroide destruyendo la vida,
pero no podemos imaginar el fin del capitalismo.
“…Nos están dando tinta roja”
Entonces, ¿qué hacemos aquí? Déjenme contarles un
maravilloso chiste de los tiempos del comunismo. Un tipo es enviado de Alemania
Oriental a trabajar en Siberia. Él sabía que los censores iban a revisar sus
cartas, así que les dijo a sus amigos: “Hagamos un código. Si escribo una carta
con tinta azul, todo es verdad. Si la tinta es roja, es todo falso”. Un mes
después los amigos recibieron la primera carta, en tinta azul. Decía: “Todo es
maravilloso aquí. Las tiendas están llenas de buena comida. Los cines exhiben
buenas películas occidentales. Los apartamentos son grandes y lujosos. Lo único
que no se puede conseguir es tinta roja”. Así vivimos; tenemos todas las
libertades que queremos, pero no tenemos tinta roja: el lenguaje para articular
nuestra no-libertad. La forma en que nos enseñan a hablar acerca de la libertad
-la guerra contra el terrorismo, por ejemplo- falsifica la libertad. Y esto es
lo que ustedes están haciendo aquí: nos están dando tinta roja.
Pero hay un peligro. No se enamoren de ustedes mismos;
lo estamos pasando bien, pero recuerden que los carnavales salen baratos. Lo
que cuenta es el día después, cuando todos tenemos que volver a nuestras
rutinas ¿Habrá cambios entonces? No quisiera que en el futuro ustedes
recordaran estas jornadas así como “éramos jóvenes y todo era hermoso”.
Recuerden que nuestro mensaje básico es: “Estamos autorizados para pensar en
alternativas”. Hay un largo camino por delante, lleno de dificultades. Sabemos
lo que no queremos, pero ¿qué es lo que queremos? ¿Qué organización social
puede reemplazar al capitalismo? ¿Qué tipo de líderes necesitamos?
Recuerden: el problema no es la corrupción ni la
codicia. El problema es el sistema, que te obliga a corromperte. Hay que estar
atentos no sólo de los enemigos, sino de los falsos amigos que están trabajando
ya para diluir este proceso. Del mismo modo que uno obtiene café sin cafeína,
cerveza sin alcohol, helado sin grasas, ellos van a intentar hacer de esto una
protesta moral, inofensiva. Un proceso descafeinado. Pero la razón por la que
estamos aquí es que ya tenemos suficiente de un mundo en que al reciclar una
lata de Coca-Cola, o donar un par de dólares a una institución o comprar un cappuccino
de Starbucks para que un 1% vaya a los niños hambrientos del tercer mundo,
basta para sentirnos tranquilos. Hemos visto que se tercerizan el trabajo y la
tortura, las agencias de matrimonios tercerizan nuestra vida sentimental, y
ahora vemos que desde hace mucho tiempo nuestros compromisos políticos también
se tercerizan. Queremos recuperarlos.
“Se terminó el matrimonio entre democracia y
capitalismo”
No somos comunistas, si comunismo significa el sistema
que colapsó en 1990. Recuerden que esos comunistas son hoy los más eficientes,
despiadados capitalistas. En la China de hoy vemos un capitalismo aun más
dinámico que el capitalismo estadounidense, pero no necesita democracia. Lo que
señala que cuando se critica al capitalismo, no debemos dejarnos chantajear con
que estamos contra la democracia. Se terminó el matrimonio entre democracia y
capitalismo. El cambio es posible.
¿Qué percibimos como posible? Hay que prestar atención
a los medios. Por un lado, en tecnología y sexualidad, todo parece posible. Se
puede viajar a la Luna, se puede ser inmortal con la biogenética, se puede
tener sexo con animales, todo es posible, menos en el terreno de la sociedad y
la economía: allí casi todo es considerado imposible. Si se quiere subir un
poquito los impuestos a los ricos, te dicen que es imposible: perdemos
competitividad. Si se piden más recursos para la salud, te dicen: “imposible,
esto implicaría un estado totalitario”. Algo falla en un mundo donde te
prometen la inmortalidad, pero no se puede gastar un poco más en el sistema de
salud. Tal vez deberíamos fijar nuestras prioridades aquí: no queremos un
estándar de vida más elevado, queremos un mejor estándar de vida. El único
sentido en que somos comunistas es que nos preocupamos por los bienes comunes:
los de la naturaleza; los privatizados por la propiedad intelectual; los de la
genética. Por esto, y solo por esto debiéramos luchar.
El comunismo falló en todo, pero los problemas de los
bienes comunes están aquí. Nos dicen que no somos estadounidenses. Pero a esos
fundamentalistas conservadores que se reivindican como los genuinos
estadounidenses se les debe recordar algo: ¿Qué es el cristianismo? Es el
espíritu santo ¿Y qué es el espíritu santo? Es una comunidad igualitaria de
creyentes ligados por el amor mutuo, y que sólo tienen su propia libertad y
responsabilidad para hacerlo. En este sentido, el espíritu santo está aquí hoy
con nosotros. Y allá en Wall Street están los paganos que veneran ídolos
blasfemos. Asi que todo lo que necesitamos es paciencia. Lo único que me asusta
es que algún día vayamos a casa, nos veamos una vez al año, tomemos cerveza y
recordemos con nostalgia “qué bien lo pasamos aquella vez”. Prométanse que esto
no ocurrirá. Sabemos que a menudo la gente desea algo, pero realmente no lo
quiere. No tengan miedo de querer lo que desean. Muchas gracias.
Tomado de:
Octubre 17 del 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por su comentario.
Este comentario es de exclusiva responsabilidad de su autor