Día del liberalismo y del medio ambiente

Día del liberalismo y del medio ambiente

 


El cinco de junio de cada año en el Ecuador se celebra el día del liberalismo, y en el mundo el día del ambiente, como una estrategia para recordar los grandes y significativos cambios logrados por la revolución alfarista y la necesidad de concienciar a la humanidad sobre la necesidad de la conservación del ambiente natural. Sin embargo, bajo el paradigma neoliberal vigente, deformado por la falacia política, junto a elevadas dosis de desconocimiento socioeconómico, se construye una imagen horrorosa de todo aquello que discrepe con el supuesto pensamiento omnímodo, con un halito fétido, cargado de vientos huracanados, originados en las grandes máquinas de mentir y generar ideas que se constituyen en matriz de pensamiento para enormes sectores humanos, ideas borrascosas que funcionan como espesa neblina, ocultando la realidad y evidenciando falsos logros y bienestar.

En este contexto destacar los logros del liberalismo en Ecuador y de la defensa del ambiente es similar a cometer herejía en tiempos de la Santa Inquisición. Primero porque todo lo liberal revolucionario huele a progresismo, a Chávez, a Maduro,  A Correa, a Cristina, a Fernando Lugo, a Allende, a Cuba, etc. Y todo ello hoy es condenado por los radio parlantes mundiales y retrasmitido por el eco menudo de las redes sociales de millones de serviles, interesados, beneficiarios y simples despistados que no atinan a separar la paja del trigo a la hora de opinar sobre sus propias miserias.

Es complicado hablar de liberalismo revolucionario porque atenta contra el sacrosanto paradigma religioso que ungió de virtud al terrateniente explotador, violador, esclavista, ladrón, nefasto infanticida, que llamó a los derechos privilegios  y que enarbolaba la caridad en tanto negaba la justicia social. Es herejía hablar del liberalismo revolucionario porque despojó a la iglesia del control del sistema educativo, de sus grandes haciendas con huasipungueros incluidos, porque eliminó a los y las huasicamas; porque atentó contra el sagrado diezmo que alimentaba las arcas de la iglesia y arrancaba el fruto del sudor de campesinos, obreros y huasipungueros.

Es herético hablar de liberalismo revolucionario, porque significo el fin de la prisión por deudas infinitas que pasaban de generación en generación, que se inventaban y reinventaban de acuerdo a la torcida voluntad de los acreedores que al amparo del analfabetismo y posición socioeconómica de sus deudores, los engañaban, explotaban y mantenían en estricta sumisión ante la mirada complaciente y cómplice de frailes y autoridades elegidas por los acreedores para garantizar su impunidad y apoyar su codicia. (No muy diferente de lo que sucede en nuestra cotidianidad actual).

Liberalismo herético, que se reconoció derechos, y ello otorgaba cierta dignidad y libertad a quienes nunca habían sido sujetos de derecho. Aunque claro está todo ello pronto se envolvería en nubes de espeso humo que permitía descalificar tales derechos, retorcerlos y anularlos cuando perjudicaban al gran poder que nunca ha soltado los hilos  de la hábil manipulación.

Cuestionable hablar de las bondades del liberalismo, porque implica un nuevo enfoque al sistema educativo, rescatándolo de los amplios hábitos de curas y monjas dende se alojan cómodamente obscuros intereses de terratenientes, misóginos, mentirosos, explotadores, pero también de liberales vendepatria, e interesados en la ignorancia e incompetencia de las masas para manipularles en directa correspondencia a sus intereses económicos.

Sistemas educativos con contenidos abyectos, estructurados para mostrar una historia falsa, creada y recreada por las élites  a su servicio y conveniencia. Libros de texto con claras deformaciones históricas. Con estrategias didácticas que castran la iniciativa, el pensamiento crítico y su estándar de aprendizaje se limita a la repetición memorística de un contenido abstracto inútil para enfrentar las dificultades de la vida cotidiana, sin embargo a ese sistema pretenden regresarnos algunos iluminados contemporáneos que desde el lado oscuro de la inteligencia clama porque se revise el sistema educativo y los libros de texto redactados en las décadas del progresismo, y ante tal despropósito mas de un alcahuete simplón de aquellos que carecen de la más mínima idea del sistema educativo, aupaban diciendo “Ojo maestros”

Es desestabilizador hablar de defensa del ambiente en tiempos en que una corriente triunfalista de un capitalismo salvaje recorre el más joven continente devastando la selva amazónica con un deplorable personaje como Bolsonaro, que sin pudor alguno sacrifica la naturaleza ante la avaricia del gran capital. Es arcaico y desfasado defender el ambiente cuando los dirigentes de los dueños ancestrales de la tierra apoyan a una propuesta económica neoliberal a ultranza que fundamenta el desarrollo económico de los pueblos en el extractivismo y explotación ilimitada de los recursos naturales y humanos en bien de la prosperidad del gran capital global, contentándose con las migas que logran atrapar los neoliberales criollos.

Es denigrante hablar de defensa del ambiente cuando la mayoría de ecuatorianos, se alinea con la política económica de la potencia que es la causante de la mayor expoliación ambiental del último siglo y que ubica por sobre los intereses naturales las ganancias de las transnacionales. De aquellas trasnacionales que contaminan ambientes naturales causando enfermedades y muerte a millones de seres humanos.

Sí, es desestabilizador, herético, anacrónico, irreverente, arcaico, y hasta fuera de honda y obtuso como dirían algunos jóvenes, pero aquí estamos, aquí seguiremos gritando al mundo nuestras razones, amparados en la lógica de la historia y en la experiencia vivida, esperando unir voluntades por la fuerza de la razón no de la codicia, la ignorancia o la fantasiosa prosperidad circunstancial lograda pisando los cráneos rotos de los caídos en esta lucha sin tregua.

 

Fredy Torres A.

Junio 5 del 2021. 

Ecuador. Más allá de lo aparente

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