CAMPAÑA POLÍTICA ECUADOR 2013 EL FRENESÍ DEL PODER



CAMPAÑA POLÍTICA ECUADOR 2013
EL FRENESÍ DEL PODER

La campaña política , que estamos viviendo los ecuatorianos con motivo de las elecciones para Presidente, Vicepresidente y Asambleístas que se realizará el próximo 17 de febrero, observa algunas características especiales que conviene analizar con mayor detenimiento; primero, se denota excesiva superficialidad de los postulados políticos e ideológicos; segundo, se avizora una frenética búsqueda del poder, que hace que los candidatos se transfiguren, llegando incluso a negarse a sí mismos; y finalmente, el uso fraudulento de la psicología social aplicada a la publicidad política, que busca vender la imagen de los candidatos a cualquier precio.

La superficialidad en los postulados políticos y en los principios ideológicos se evidencias en distintas acciones observadas en las y los candidatas/os protagonistas de esta lid política, muchos de ellos han circulado en breves periodos de tiempo por organizaciones políticas con principios ideológicos tan disimiles, que se suponen incluso antagónicos e irreconciliables, desde la izquierda a la derecha y viceversa, los ejemplos abundan; candidatos de izquierda y derecha coinciden en sus planteamientos, sobre temas tan delicados como la inversión extranjera y productividad, seguridad interna y externa, explotación de recursos naturales, y aún en legislación laboral, bajo el eje articulador de la oposición al gobierno actual, y los votos de los electores.

La búsqueda, casi obsesiva del poder, especialmente de los presidenciables, los lleva a adoptar posturas y realizar acciones que rayan en la ridiculez, bajan su lenguaje, hasta caer en burdos insultos, cuyo contenido nada tiene que ver con la razón, la dignidad o el honor, pero si con el más acendrado y vulgar machismo que los lleva a identificar violencia con masculinidad, grosería con valentía; en su frenesí de triunfo transan con quienes hace poco tiempo atrás los consideraban con diferencias radicales e insalvables; se tornan agresivos e insultadores, quienes se manejaron siempre con prudencia y mesura, desechan la lealtad y justifican su cambio, en supuestas desavenencias ideológicas, y algunos aún más osados argumentan con impudicia incumplimiento de compromisos políticos personales; estos candidatos, se transforman, se empobrecen, dejan de ser quienes eran para presentarse en mucho como su antítesis.

En la campaña política, se usa la psicología social como instrumento para auscultar las preferencias de los electores, en cuanto a imagen, vocabulario, frases, actitudes, y hasta forma de caminar, del discurso que impacta y atrae a los votantes, y si bien ello
es la razón de ser de la psicología social, el usarla como herramienta para explotar las debilidades, las necesidades y la desesperación de un pueblo empobrecido económica, social y culturalmente; para engañarlos con ofrecimientos demagógicos, que de antemano saben que no podrán cumplirlos, tanto porque la organización económica política del país, la legislación, y aún los mismos compromisos políticos con quienes financian la campaña política lo impiden; son ofrecimientos que van contra los intereses económicos y políticos estructurales del o los grupos económicos a los que representan, y que nunca podrán traicionar, so pena de convertirse en cadáveres políticos, porque el capital no negocia sus intereses, los defiende como objetivo supremo.

Queda claro, que la práctica política que se pone de manifiesto en los tiempos preelectorales en nuestro país, dista mucho de ser una confrontación de ideas, principios, y/o tesis económicas y políticas definidas, que puedan ser sostenidas con argumentos sólidos y consecuentemente convincentes en un foro de pensamiento crítico, que permita al elector elegir con certeza las tesis y principios que más convengan a sus intereses de grupo e incluso individuales; todo lo contrario la ligereza con que se enfocan los grandes problemas nacionales, las burdas soluciones que se proponen, con argumentos más viscerales que racionales, oscurecen el panorama electoral, de tal suerte que el indefenso elector para su decisión final termina considerando rasgos intrascendentes, como el tono de voz en los discursos, la sonrisa, la imagen, y hasta los míseros obsequios, antes que los supuestos planteamientos económicos, ideológicos, o políticos; ¿será que nuestros políticos carecen de suficiente formación académica, o será que se adaptan a un electorado con escaso poder de discriminación político, inmersa en un elevado analfabetismo funcional?. Estimo que es imprescindible generar un cambio urgente en la cultura política ecuatoriana, y uno de los instrumentos más eficaces para ello es un proceso educativo cualificado, que potencie el pensamiento crítico como instrumento de análisis cualitativo.

Fredy Torres A.
Febrero 8 del 2012.

Ecuador. Más allá de lo aparente

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