La derecha aprieta el paso en Latinoamérica
En
medio de las tensas expectativas suscitadas en vísperas de los comicios
presidenciales de México (donde no hay clima para que los
candidatos punteros ganen o pierdan por la mínima diferencia), elgolpe de Estado de Paraguay volvió a mostrar que las derechas tienen ideas
muy raras acerca de los gobiernos democráticamente elegidos y que pacíficamente
buscan cambios verdaderos.
La
farsa leguleya que enjuició al presidente Fernando Lugo guarda similitud con
los golpes perpetrados en Haití y Honduras (2004/2009),
los fallidos intentos en Venezuela y Ecuador (2002/2010), las
maniobras desestabilizadoras en Argentina y Bolivia (2008)
y la dudosa diferencia de votos (0.56 por ciento) que en 2006 arrebató el
triunfo a Andrés Manuel López Obrador.
En
el reparto de actores hubo estrellas y estrellitas: los presidentes George
W. Bush yBarack Obama (Nobel de la Paz 2009), y las
secretarias de Estado Condoleezza Ricey Hillary Clinton.
Y como furgón de cola, las desde siempre unidas derechas de América Latina que
sintonizan con la pedagogía imperialista del también Nobel de la Paz y
presidente, Woodrow Wilson: I’m going to teach the South American
republics to elect good men (1913).
¿No
fue el ex obispo de los pobres del Paraguay un perfecto y manso good
man elegido, que durante su gestión hizo concesión tras concesión a
las mafias políticas, militares y económicas que dominan el país sudamericano?
Sacerdote, sociólogo, teólogo de una liberación social que optó por un camino
distinto al del cura guerrillero Camilo Torres, Fernando Lugo colgó
los hábitos en 2006, y dos años después ganó las elecciones en una de las
naciones más sufridas y paupérrimas del continente.
En
su desesperanzada (¿previsible?) actitud de aceptar con resignación el falaz
dictamen parlamentario, el líder de los movimientos sociales y campesinos de
Paraguay se diferenció de los gallardos presidentes Jean Bertrand Aristide y Manuel
Zelaya, a quienes losmarines madrugaron y expatriaron de Haití
y Honduras a punta de fusil.
En
cambio, como buen cristiano, Lugo ofreció la otra mejilla y dejó al pueblo
colgado. No bien supo que los terratenientes y narcos del
Congreso debatían el más que anunciado y denunciado juicio
político que venía planificándose desde 2009 en la embajada de
Washington en Asunción, se encerró en el
despacho presidencial y desde allí siguió el sainete político por televisión.
Así
lo encontraron los cancilleres Héctor Timerman (Argentina), Antonio Patriota
(Brasil) y Alí Rodríguez (Venezuela, quien preside pro tempore la
Unión de Naciones del Sur, Unasur). Solo y sin papeles sobre el
escritorio, contó el argentino. Fue muy triste, agregó (Página 12,
Buenos Aires, 24/6/12).
En tanto, en Bolivia, grupos de bajo
rango integrados por suboficiales, sargentos y policías agremiados que exigían
aumento de salario (negado a las pocas horas de haber sido pactado) se
amotinaron con sus familias en las principales ciudades del país (La Paz,
Cochabamba, Oruro, Potosí, Sucre, Tarija, Trinidad), ocupando por la fuerza las
oficinas de los comandos departamentales.
En
la calle Colón de La Paz, los alzados quemaron las instalaciones del
departamento de Seguridad General de inteligencia. El presidente Evo
Morales denunció la existencia de un plan para dar un golpe de Estado:
“Las fuerzas armadas –dijo– no van a salir a las calles. ¿Qué están buscando?
La derecha está buscando muertos y no vamos a prestarnos al juego…”
Por su lado, el máximo dirigente de la
Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, Roberto
Coraite, informó que este sector se declaró en vigilia y aseguró que no
permitirá un intento de golpe al gobierno del presidente Evo Morales.
Simultáneamente, en Buenos Aires, el
secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT), Hugo Moyano,
rompió su alianza con los Kirchner y equiparó el gobierno de Cristina
Fernández a una dictadura militar (sic).
Haciendo gala de una fuerza
desproporcionada para dirimir sus diferencias con el oficialismo, Moyano
dispuso la huelga general del sector transporte, bloqueando refinerías y
afectando los servicios básicos de toda la población.
Cuando los sindicatos más importantes de
la CGT no avalaron el paro, el camionero Moyano metió reversa, y convocó a una
manifestación masiva en Plaza de Mayo. Propuesta que rápidamente
mereció el apoyo del jefe de la ciudad autónoma de Buenos Aires, el
ultraderechista Mauricio Macri, y de las clases pudientes que en días pasados
salieron con cacerolas a las calles para exigir su derecho a comprar
dólares.
Así como el golpe contra Zelaya frustró
la incorporación del país centroamericano a la Alianza Bolivariana de las
Américas (Alba), el golpe contra Lugo fue directo al corazón del Mercosur y los
países de la Unasur, Brasil en particular.
Las
crisis referidas no son casuales. El 6 de junio pasado, los gobiernos
derechistas del continente constituyeron la llamada Alianza del Pacífico,
bloque comercial conformado por los gobiernos que promueven el libre
mercado: México, Panamá, Colombia, Perú y Chile. (Tomado de La Jornada)
junio 27 del 2012.
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