FELIZ NAVIDAD
SIIIIIIIIIIIIIIIII
…. PERO …….
Apreciadas amigas y respetables
amigos lectores; al aproximarnos a celebrar una fecha cultural y
religiosa muy importante, en la que en la cultura occidental
y específicamente el Cristianismo, rememora el
Nacimiento del Niño Jesús o la transformación de Dios en hombre,
para acercarse a la humanidad que es su principio y fin; que culturalmente
constituye un hito en el calendario anual, para volcar la mirada hacia el
interior de nosotros mismos, para en una especie de autoevaluación,
valorar la acción realizada en el año, un espacio de tiempo en que
parecemos enternecernos, rebosar bondad e infinitos deseos de hacer el
bien para resarcir el mal ocasionado a lo largo del año, un tiempo
en el que muchas personas se tornan aparentemente desprendidas y generosas,
para justificar ante el Padre supremo, su derecho a alcanzar su
gracia y su perdón.
Esta es la actitud que a logrado
interiorizar en occidente el Cristianismo, y que ha sido óptimamente
aprovechada por el capitalismo mercantilista, para explotar hasta el
límite el espíritu consumista, la competencia, el morbo comparativo
en el que muchas familias sucumben con derroche de ingenuidad, midiendo
capacidad de consumo o de endeudamiento, para guardar las apariencias,
inflamando sus egos vacíos y patéticos, más aún cuando adoptan con
cinismo actitudes paternalistas, o generosas que no encajan con su
filosofía de vida y éxito.
Qué pena que el omnipoderoso
sistema económico social haya conducido a la sociedad a estos
extremos muy peligrosos, que deshumanizan al
hombre mostrándolo de cuerpo entero como artífice del consumismo, la
contaminación, la destrucción ambiental y enarbolando los antivalores
como su mejor carta de presentación.
Es hora entonces, damitas y caballeros de
repensar nuestra acción, nuestra tradición y la forma de concebir y celebrar la
Navidad. Estimo que si bien es válido acogerla como un espacio de
tiempo para una mirada retrospectiva a nuestro diario accionar, es
imprescindible que nos liberemos de las ataduras del ilimitado consumismo que
nos esclaviza, transformándonos en voraces depredadores del
entorno, para mirar la Navidad desde la perspectiva de la naturaleza, como
criaturas de la tierra, del mar, del sol, de la lluvia, del viento, es decir
vernos y sentirnos hijos de esta madre tierra, recuperar nuestro ser natural, y
desde una visión social, colectiva, integral del universo, de la sociedad como
un sistema interactuante, identificar las relaciones de interacción que se
generan entre todos los seres que componemos este universo infinito, pero
profundamente ínter e intra vinculado.
Es necesario que al identificar estas
relaciones profundas, que naturalmente se generan entre los seres que componen
el universo y específicamente entre aquellos que corresponden a la misma
especie, construyendo a partir de estos elementos un conjunto de valores
positivos e imprescindibles para la supervivencia de la naturaleza y la
sociedad, tales como la solidaridad, la equidad, la justicia, la distribución
igualitaria de la producción y la riqueza, como práctica social permanente, que
desterraría la necesidad de obsequiar y ayudar a los menos favorecidos,
ya que aquellos a quienes elegantemente el sistema llama menos favorecidos, son
en realidad los despojados por quienes hoy se presentan como magnánimos
Reyes Magos.
Navidad sí, pero con un urgente
cambio de concepción, buscar reunirnos en familia, superar el orgullo
individual y simplemente ser más sinceros y honestos con nosotros mismos y
especialmente con los otros, no sonreír por compromiso, no esperar
recibir a cualquier precio, o dar solo para guardar apariencias. Es mejor dar
más tiempo a aquellos con los que poco hablamos, jugar con nuestros niños,
familia y amigos, despojándonos de las acostumbradas máscaras, que
asumimos para darnos importancia y justificar nuestra vanidad.
Valoremos a nuestra pareja, a los hijos, a
los padres, a los hermanos, demás familiares y amigos, por lo que son, por el
sentimiento que puede generar en nosotros su presencia, no por lo que tienen,
pueden darnos o hacer por nosotros.
Al menos por esta vez intentemos
despojarnos de ese antifaz que parece ya haberse encarnado, en
nuestra endeble humanidad.
Es mejor una rosa con amor, que un caro
juguete que expresa poder y arrogancia, minimizando a quien lo recibe, maximizando
a quien lo da, excluyendo a quien no lo tiene, marginando a quien lo desea,
empequeñeciendo a quien no puede darlo, a la luz de un sistema de valores en el
que prima la capacidad de consumo y el poder de la acumulación de recursos
innecesarios para la vida. Juguete que implica sudor y lágrimas de
obreros cansados, explotados, hambrientos, con sueldos de
miseria, quizá migrantes, como muchos de los nuestros; Juguetes que
se desecharan en muy poco tiempo y pasaran a constituir más basura para el
sistema, que provienen de minas de minerales donde muchos humildes del mundo
han ofrendado su vida.
Saludemos con la mano abierta, con
confianza y con cariño, no por Navidad, sino siempre, este es un buen momento
para empezar a ver la vida de forma diferente a valorar la naturaleza y no a
sus destructores y esa práctica suicida en que se encuentra inmerso el sistema.
FELIZ NAVIDAD, SIEMPRE QUE LO TOMEMOS COMO
EL PUNTO DE PARTIDA PARA CONSTRUIR UN MUNDO CON RELACIONES
SOCIOECONÓMICAS E INTERPERSONALES DIFERENTES, SOLIDARIAS, EQUITATIVAS Y
ESENCIALMENTE JUSTAS.
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