ENERO 28
ASESINATO DE ELOY ALFARO, EN QUITO
Hoy 28 de enero, el calendario
cívico de la memoria ecuatoriana, nos trae del arcano de nuestro pasado
republicano, el recuerdo de un hecho fatídico, vergonzante y de muy ingrata
recordación, el cruento, premeditado y orquestado asesinato del General Eloy
Alfaro Delgado, y sus generales; que luego de ser sacado de una celda del ex penal García
Moreno, fue arrastrado por las calles de
Quito, para luego quemar sus nobles despojos corporales en una antorcha humana
de la entonces plaza el Ejido de la ciudad capital, provocando lo que Alfredo
Diezcanseco denominó la “Hoguera Bárbara”
El General Eloy Alfaro Delgado,
es uno de los personajes más destacados de nuestra historia, y con mucha
justicia.
Los cambios que su pensamiento y
lucha implementó fueron de gran trascendencia para su época, y constituyen un
hitó histórico en la historia republicana, tanto afecto sus discurso y los
cambios que a partir del mismo se generaron, a los sectores pudientes de la
oligarquía terrateniente de finales del siglo XIX, que a través de sus voceros
oficiales, defensores del orden constituido, como fueron los medios de
comunicación de entonces entre ellos el Comercio de quito, difamaron, descalificaron
y perversalizaron, la figura de Alfaro, hasta convertirlo en un monstruoso
enemigo, que atentaba contra los intereses económicos, la moral, la religión,
la ética, educación, el bienestar, no precisamente de los sectores
terratenientes que ostentaban el poder político y económico en ese momento
histórico, sino de toda la sociedad, hábilmente los discursos terratenientes desde sus medios
de comunicación, y desde el púlpito, ya que la cúpula eclesial era aliada
estratégica de dicho poder, convencieron a la comunidad de que los intereses y
afanes terratenientes, lo eran de toda la sociedad, aun cuando los huasipungueros, conciertos de la hacienda serrana, el cholo peón de las plantaciones costeñas,
servicias domésticas, artesanos,
prostitutas y otros grupos sociales
subyugados solo recibía la dureza del injusto, excluyente, inequitativo y perverso
dominio terrateniente.
Vale esta reflexión, porque
fueron precisamente miembros de estos grupos subyugados, quienes ejecutaron tan
horrorosa masacre, eso sí asesorados, guiados, ordenados, implícita y explícitamente
por quienes siempre dieron las órdenes, la oligarquía terrateniente, y por
supuesto con la eficiente colaboración de la cúpula eclesial, que no solo era
aliada estratégica de estos grupos de poder, sino beneficiaria directa de la
estructura de poder que Alfaro combatía.
Señalo, este fenómeno de
generalización e inducción psicosocial que constituye el discurso oficial de la
gran prensa orgánicamente articulada al poder económico, para
que los grupos subyugados se apropien de los intereses y afanes de sus
verdugos, ya que es el instrumento de manipulación que con mayor frecuencia se
ha utilizado para perpetuarse en el poder, y que se evidencia con más fuerza en
tiempo de elecciones, donde los representantes de los grupos de poder, hacen
aparecer como generales sus intereses y visiones socioeconómicas, para convencer
al elector, convenciéndolos que
defienden sus intereses y necesidades, cuando
en realidad esos intereses y visiones no solo contrapuestas, sino
irreconciliables.
Si bien no puede ubicarse a
Alfaro como un defensor estructural de la clase proletaria, ecuatoriana, debe
reconocerse que sus acciones y las convulsiones socioeconómicas que se
provocaron con el advenimiento de la Revolución Liberal, de finales del siglo
XIX, se concretaron en un ordenamiento jurídico que si bien favorecía ex
profesamente a un nuevo ciclo evolutivo del capitalismo, y la burguesía
agrocomercial, como su más conspicua representante, también facilitó el
aparecimiento, organización y presencia de actores sociales del proletariado,
especialmente, al romper la infraestructura socioeconómica, política, jurídica,
cultural y religiosa en que se fundamentaba el dominio terrateniente, como
forma de producción predominante en el periodo pre alfarista.
Consecuentemente, por más que se
enfoquen ciertas acciones y decisiones económico político, sociales y jurídicas
en beneficio directo de ciertos grupos económicos, dichas acciones y
decisiones, necesariamente tienen
incidencia, bien negativa o positiva respecto a otros grupos socioeconómicos,
en función de la interacción social que se genera entre los actores colectivos de una comunidad
determinada.
De ahí que, aun cuando muchas
decisiones políticas no se enfoquen directamente al servicio de las mayorías
sociales, o sus objetivos ulteriores busquen reforzar estructuralmente el
sistema socioeconómico dominante, no es menos cierto que en muchos aspectos
dichas decisiones coadyuvan al mejoramiento de la calidad de vida, también de
los sectores socioeconómicos más deprimidos de la sociedad.
El mejoramiento del sistema
educativo, Reforzamiento del esquema de derechos, la regulación de las
relaciones económicas, de oferta, demanda e intercambio, el equilibrio en el
salario como forma de control redistributivo de la riqueza; el mejoramiento de la infraestructura
productiva, (Energía, vías de comunicación, medios de comunicación) el cambio de la matriz productiva,
fortalecimiento y ampliación del sistema de protección social, infraestructura
sanitaria, etc. Indiscutiblemente favorecen el desarrollo humano de los grupos
sociales más deprimidos, aun cuando se inscriban en la lógica de mejorar el
mercado y el talento humano que el sistema necesita.
Desde esta perspectiva apoyar una
propuesta de gobierno orientada a introducir, desarrollar y fortalecer
decisiones políticas como las descritas en el párrafo anterior, es ser
consecuentes con los más caros anhelos de los sectores económicos menos
favorecidos y que constituyen numéricamente la mayoría de la población
ecuatoriana.
Fredy Torres A.
Piñas, enero 28 del 2017.
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