Las crisis nos exponen de cuerpo entero

 

Imagen tomada de Telesur.net


Las crisis nos exponen de cuerpo entero


En estos días de crisis, cuando las cosas se ponen difíciles de entender, cuando vemos afectada nuestra rutina diaria, cuando no podemos desempeñar nuestro trabajo con normalidad, (los pocos que lo tienen) cuando sentimos el desabastecimiento de productos básicos, cuando vemos con pavor la violencia que nos trasmiten los medios de desinformación, cuando escuchamos a nuestros referentes de la información y la “verdad” decir, elogiar e inducir a creer en su verdad, mucha gente, seguramente, la mayoría se siente cuestionada como persona, como miembro de una sociedad y por un momento deja la indiferencia cotidiana y toma una posición frente a la situación que se vive. Cuando esto sucede se desvela de cuerpo entero la cosmovisión que tienen las personas. Para explicarlo mejor creo pueden organizarse de forma empírica y sin mayores detalles en al menos cuatro grupos básicos.

El primero, y bastante numeroso, aquellos ciudadanos que se exponen a la opinión publica como desconcertados, confundidos, ofuscados y caminan a ciegas y a tientas en el sendero de la comprensión, interpretación, explicación y opinión de la crisis y su manifestación. Muchos de ellos toman como referentes a aquellos que escuchan todos los días, a aquellos a quienes ven y oyen en la gran pantalla o leen en los grandes periódicos, y aún a sus referentes locales, los atrevidos locutores y opinólogos de las radios de casa. A veces ante la insistencia del entorno, dudan un poco, pero ante la ausencia de argumentos suficientes ceden fácilmente, desechan las dudas y retornan con más ansiedad a recoger la verdad de sus infalibles creadores de opinión.

En este grupo están aquellos que sin mas vueltas a la hora de tomar posición se olvidan de donde vienen, quienes son sus padres, en dónde viven, que comen, y cuanto ganan, cuando tienen la suerte de tener trabajo, alineándose precisamente junto a su mayor verdugo. Defienden a aquel que, si los ve en la calle o en algún camino, no los saluda y si no se quitan le pasan el carro por encima, defienden a aquel que si lo miran mal los hace llevar a la cárcel  acusándolos de lo que se le ocurra. Defienden a quien nunca los invitaría a su casa a comer, porque argumentará que se la ensucian, se alinean con quien les grita en la cara vagos, inútiles, pobretes, ignorantes, campesino, ratero, violador, delincuente y cuantas cosas más.  

Si alguno de ustedes estimados lectores piensa que exagero, solo como un experimento social revisen el tablero común del pensamiento social popular, el Facebook y  vean quienes difunden de forma más agresiva y persistente cadenas de insultos contra los luchadores sociales que durante estos días valerosamente han enfrentado a las fuerzas represivas del Estado en las calles, carreteras y plazas de nuestro país.

El segundo grupo, lamentablemente muy limitado, aquellos que tienen claro algunas leyes sociales básicas: a. Que vivimos en una sociedad dividida en clases sociales. b. Que estas clases sociales tienen intereses irreconciliables. c. Que la razón de ser del Estado en una sociedad dividida en clases sociales es evitar que la clase social subyugada y siempre mayoritaria se revele y provoque un cambio social, en otras palabras, una revolución. d. Que, para evitar la revolución, el Estado junto con los ciudadanos de bien (la gente que esta en la parte más alta de la pirámide social) tienen multitud de instituciones y organizaciones que trabajan arduamente en la labor de deformar la comprensión de la realidad, sometiendo a las masas a través del dominio de sus mentes, haciéndolos más pasivos, conformistas, indiferentes y egoístas. Entre esas instituciones: el sistema educativo, la iglesia, la prensa, la publicidad, el deporte comercializado, etc., e. Que la historia de la humanidad desde que apareció la propiedad privada sobre los medios de producción es la historia de la lucha entre dos clases antagónicas e irreconciliables. Los dueños de todo y los que no tienen nada. Este grupo dado su radicalismo, se abstienen de exponerse con frecuencia, porque la consigna siempre ha sido neutralizarlos a cualquier costo.

El tercer grupo, aquellos que no se ven en nuestro andarivel social, quienes saben todo lo que saben los del grupo número dos, pero que se ubican en la cúspide de la pirámide social y en consecuencia son los beneficiarios directos  e insustituibles del sistema socioeconómico, tal y como está organizado. Que una sociedad tenga una inmensa masa de pobres, sin recursos económicos para sobrevivir, sin educación adecuada, que sea incapaz de entender las causas de su miseria, con pocas habilidades que le ayuden a vivir, y aun menos oportunidades, sometidos a la moral de la clase dominante y ver como dioses a quienes les echan migajas para que puedan sobrevivir. Esa sociedad es precisamente la que ellos, los patrones y los patrones de los patrones deben conservar, a toda costa, porque si esa sociedad se transforma, ellos están acabados no solo que pierden sus privilegios sino incluso su vida. Entonces, ellos tienen claro porque luchar, como luchar y por supuesto conque luchar. Lo tienen todo a su disposición: poder económico, poder político, poder social, religioso, moral, científico, etc. Y  lo usan, sin reserva, sin temor, porque nadie los va a parar porque si bien el grupo del que hablo son poder aquí en este país chiquito, el mundo entero funciona así. Tanto poder tienen que son capaces de hacer pensar a sus propios explotados, maltratados y esclavizados que ellos sus patrones efectivamente son gente de bien y que hay que defenderlos. Y gracias a la estructura organizativa del estado este grupo de poder toma a hombres y mujeres de las clases más humildes y sometidas y los utiliza como fuerza de choque para detener o atacar según convenga a otros miembros de esa misma clase social humilde y sometida cuando pretende rebelarse ante la crueldad del poder ya sea por desesperación o por una ligera luminosidad respecto a la razón estructural de su miseria. Si eso son y eso hacen las fuerzas represivas, policía y fuerzas armadas. Defender al patrón de la furia de sus peones, provocada por el hambre, la miseria y la tortura que implica vivir bajo ese yugo.

El cuarto último y más numeroso grupo, el cajón de sastre, porque aquí caben todos los que rebotan de los otros tres: el intelectualoide, aquel que sabe mucho pero no entiende nada, que aparenta todo, pero es difícil saber quien es. Lo explica todo desde la lógica de su conveniencia y utilidad. Es de sangre azul, roja, negra o amarilla según lo demande la situación. Por la mañana irrefrenables y brillantes luchadores sociales, al mediodía baluartes del diálogo y el acomodo, por la noche recalcitrantes derechistas defensores del Opus Dei. Los escrúpulos definitivamente no son parte de su lógica. El pequeño productor (Modernamente emprendedores) dueño de una maquinita para freír papas y con uno o dos empleados por horas, sin seguro y ninguna garantía, que se considera empresario y siempre que escucha hablar de la igualdad social, de subir los impuestos a quienes tienen más o de lucha contra los detentores del poder económico, se enfurece y se lanza con todo contra esos socialistas vagos, mantenidos y malvivientes. No es capaz de advertir que está abajo, junto a los otros, que solo es un explotado y sometido más. Ciertos profesionales, técnicos, comerciantes medios y minoristas, empleados de cafetines públicos, privados y otros que construyen su propia burbuja, y desde ahí miran lo que pasa afuera, desde su enfoque ellos no son causa ni consecuencia de nada, no so parte de nada. Hay conflicto social, pues bueno esa no es su bronca, que se violan los derechos humanos, para que se meten a líos. Pero eso sí apenas ven una oportunidad que puedan aprovechar para su beneficio personal la toman sin la más mínima reserva. Son aquellos que sostienen según su propia filosofía que toda crisis es una oportunidad: para vender más caro, modificar la calidad, cantidad o medida del producto; acomodarse en favor o en contra de, no importa con tal que se pueda obtener beneficios. Y los hay quienes gritan a los luchadores sociales: salvajes, violentos, terroristas, agitadores, atrasa pueblos y otras cosas, que provienen de sus amos de turno, pero cuando esa lucha da fruto son los primeros para ir a comprar gasolina a precios congelados, a ir a Banecuador para que se condone sus deudas, a gestionar los bonos para la mamita, el abuelito, etc.

Ahora bien, amiga, amigo lector a cuál de estos grupos perteneces. Estoy seguro de que no al tercero.

 

Fredy Torres Acaro.

25/06/2022.


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