COMO TRATAN EL ASUNTO DE LA SEGURIDAD LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN EL ECUADOR

COMO TRATAN LA SEGURIDAD LOS NOTICIEROS DE TELEVISIÓN EN EL ECUADOR.

En el presente ensayo se buscará realizar un breve análisis sobre la influencia que los medios de comunicación, y en especial la televisión tienen en la opinión pública ecuatoriana,   particularmente  la  distorsión y manipulación que hacen de la información,  ciertos noticieros de televisión,  en temas tan sensibles para la ciudadanía como es  la seguridad personal, información de  crónica roja, que intencionalmente se la descontextualiza con la clara intensión de generar  sensación de extrema inseguridad, que desbordará en acciones violentas en la población.  Con el objetivo de contextualizar el presente  análisis   se abordará en un primer momento la función social de los medios de masivos de información en la sociedad; luego se buscará describir la influencia de la televisión en nuestro país, y en particular como generadores de opinión pública, finalmente nos enfocaremos en el manejo que se realiza de la información de crónica roja como expresión de la inseguridad social en el país  y la intencionalidad política  implícita que dicha manipulación conlleva  específicamente en los noticieros de los canales Ecuavisa y Teleamazónas.

Función social de los medios de masivos de información en la sociedad
Los medios de comunicación históricamente se desarrollan con el  despliegue capitalista que se producen en la edad moderna, especialmente en la etapa de la industrialización, las grandes empresas de la información son aliados naturales del capitalismo,  en oposición a quienes anteriormente detentaron el poder,   por tanto son vistos por las clases dominantes,  como instrumentos legítimos para poder imponer el fundamento ideológico de dicho  sistema económico, sin embargo en un determinado momento de la  evolución de la democracia como sistema político perfectible, en opinión de Ignacio Ramonét[1], siendo producto de la iniciativa privada se tornaron en  una especie de cuarto poder, en la medida que se constituían  en la voz de la colectividad, frente a la presión que  el Estado ejerce  sobre la sociedad,  mas según este mismo autor desde hace aproximadamente dos décadas estos medios de comunicación se han vuelto defensores incondicionales de los grandes grupos de poder a los cuales se pertenece, por ello se oponen a todo cuanto vaya en beneficio de la comunidad y se oponga a los intereses mercantilistas  que poseen los grandes grupos de poder. (Ramonet. Quito 2010)
Sin embargo de acuerdo a la visión de otro experto de la comunicación como es Noan Chonsky,[2] autor de “El Control de los Medios de Comunicación”, estos históricamente son parte estructural del sistema, por tanto su función principal es difundir  la ideología dominante, es decir aquel pensamiento que corresponde a los llamados "dueños de la sociedad"(Chonsky 2004)
Psicólogos y sociólogos norteamericanos  en la segunda mitad del siglo XIX, consideraban que la sociedad se divide en dos grupos fundamentales desde la óptica de los medios de comunicación: la llamada clase especializada o clase ejecutiva que son aquellos que poseen el poder los que toman las decisiones;   la otra está constituida por las masas. Qué según el sociólogo  norteamericano Lippman constituyen el "rebaño desconcertado", aquellos que deben funcionar únicamente como espectadores ya que se lo considera incapaces de entender asunto de la administración pública y privada por tanto no pueden encargarse de arreglar sus propios asuntos,  por lo que es necesario que sea la clase dirigente quien tome en sus manos el control y benévolamente ejecute todas las decisiones que deban tomarse para bien de la sociedad.

Con esta visión que lamentablemente sigue manteniéndose en los medios de comunicación se ha logrado pues por múltiples ocasiones que la prensa imponga literalmente su visión, o mejor dicho la visión de sus amos como la única posible de la realidad, desdeñando cualquier enfoque diverso, distinto del que ellos imponen a través de sus medios masivos de difusión; por ello el mismo Lippman, citado anteriormente sostiene que es necesario que la  clase dirigente, la gente especializada o sea la prensa que sirve al poder cree "consensos" para lograr hacer aceptable  lo inaceptable,  deseable lo indeseable;  es decir  crear ilusiones y simplificaciones que permitan ingresar en el ámbito emocional de las personas a fin de lograr manipular su opinión para conseguir el objetivo del gran capital, desde esta visión, los medios de comunicación se convierten en  una fábrica de opinión que mediante engaño la manipulación y la mentira,  conducen a la comunidad. “Rebaño desconcertado”  a hacer suyas las opiniones que les pertenecen a la clase dominante y que consecuentemente son contrarias a los intereses y necesidades de las masas sociales,   información amañada controlada y absolutamente intencional que  inocula verdades fabricadas a la medida y necesidad de quienes detentan el poder.

Los avances tecnológicos han hecho que la televisión ocupe el puesto principal como medio masivo de información y difusión ideológica de la clase dominante en el continente y de manera específica en nuestro país; y lamentablemente de un tiempo esta parte estos medios de comunicación que en algún momento pudo considerárselos serios, han empezado a dar prioridad a intereses mercantiles por lo que los parámetros de acción están determinados únicamente por la ley del mercado, esto es por la oferta de la demanda, vale decir entregar al público el producto que más se vende y ese producto parece ser la violencia; de acuerdo a la reflexión de la socióloga argentina María Leonor Arias, en un estudio realizado en el año 2000 sobre “La televisión y Violencia,  una Aproximación al Estudio de la Recepción” la televisión envía  a la mente de las personas información que deforma la realidad, no la refleja,  "la imagen no es un espejo, supone un punto de vista (…) una escenografía construida para un lector pasivo un lector no participativo”[3] esta realidad se manifiesta en el hecho de que mucha de la violencia que se exhibe en la televisión, son emuladas por la población, especialmente de aquella de más bajos ingresos que debido a su escaso nivel cultural es también la más vulnerable frente a la agresión ideológica y manipuladora de la televisión.
El teólogo brasileño Frei Beto[4], explica que la clase dominante como  emisores utilizan sus vehículos de difusión  para producir un certero impacto en sus bien definidos blancos, introduciendo sus intereses ideología y ambiciones, pues considera que la descontextualización es la mejor forma para producir incomunicación, mediante un exceso de información se termina hastiando al televidente al punto de dejarlo incapacitado, para distinguir entre aquello que es prioritario y lo que es accesorio o entre aquello que es importante y lo que simplemente es relleno, "el carrusel de imágenes, descontextualiza la noticia, (...) tenemos dificultades para distinguir, en los medios de difusión, lo falso de lo verdadero y lo esencial de lo accesorio, tenemos el dato pero falta la contextualización del mismo, donde, cuando, como, porque, nos faltan recursos para interpretar, ¿o será que los emisores prefieren que haya cada vez más inducción y menos interpretación?"[5]    Esta es una opinión más, que nos muestra cuál es el papel social e histórico que  juegan y han jugado los medios de en este proceso de dominio en el que de repente las grandes masas sociales terminamos creyendo a pie juntillas lo que estrictamente nos dicen los mass medias. Esta manipulación no es un proceso reciente la historia lo registra desde que aparece el medio de comunicación como una empresa de información o deberíamos decir de difusión;  ya en la guerra librada por Hitler en la década del 40, se observa este fenómeno pues las grandes empresas informativas del mundo a lo mucho registran, sin el menor criterio únicamente la gloriosa ascensión de Hitler al poder, sin preocuparse siquiera por indagar sobre el genocidio que tan gloriosa Ascensión causó.

De acuerdo al autor citado anteriormente, este tipo de información causa dos efectos inversos en la población por un lado el fanatismo y en su opuesto el escepticismo, el primero, aquel lector que lo cree todo que piensa que los noticieros son una absoluta verdad y el escéptico que no cree en nada; cualquiera de estos dos efectos procuran generar masas pasivas e inerte carentes del espíritu crítico que les permitan develar la verdad de los hechos; situación que responde fielmente a la voluntad de los defensores del poder.
La sociedad que vive bajo los efectos de una televisión que recrea la realidad a su voluntad y la difunde como verdad exclusiva, termina siendo una sociedad desinformada, fácil presa de las psicosis social que posteriormente generará esa misma prensa con un objetivo muy definido, tal como lo señala  el mexicano Carlos Monsiváis "colectividad que sólo cree en el crimen, el deporte y el espectáculo"[6]

Influencia de la televisión en nuestro país
En el País, según datos de la Superintendencia de comunicaciones existen 331 estaciones de televisión abierta  y 195 de televisión por cable, sin embargo este alto número de estaciones televisivas no garantiza diversidad de opinión en el tratamiento de la información.
La alta concentración de los medios de comunicación en manos de los grupos monopólicos, hace que la mayor parte de ellos enfoquen la información de forma similar, estilo que como se ha señalado,  líneas antes, responde indefectiblemente a los intereses y propósitos de los dueños de los medios; en este contexto debe entenderse como es que la televisión ecuatoriana maneja la información, en directa relación con el momento político,  exaltando aquello que conviene a sus intereses y minimizando todo lo que no les es beneficio, o contrario a sus intereses.
La mayoría de los estudios realizados sobre el papel de la prensa en el país y específicamente de la televisión coinciden en que en las últimas décadas y particularmente en los años que corren aumentado significativamente los niveles de información relacionada con la violencia, pues de repente asoma en la pantalla de la televisión la crónica roja, como la protagonista principal de todos los noticieros; si bien el trato que se daba la violencia por parte de todos los medios de comunicación, sean éstos escritos o de audio siempre ha sido nefasto para la ciudadanía, mucho más daño puede causar aquella que nos viene desde la televisión, ya que la presentación apurada de una serie de imágenes fuera de contexto, nos  da la sensación de estar informados cuando en realidad lo que hace es sacar de contexto todos los temas que realmente interesan, o  debe interesar a la comunidad, para posicionar en su lugar un aspecto violento de la sociedad ecuatoriana que terminar creando una psicosis social, una percepción de inseguridad que poco a poco va distorsionando lo que pasa en la realidad cotidiana; quizá ello obedezca a una situación que es muy clara en la televisión ecuatoriana, que siendo empresas comerciales funcionen estrictamente con la lógica del mercado, es decir de acuerdo a la oferta y la demanda, por ello se empeñan en trasmitir aquellos productos que son más apetecibles a la opinión pública, es decir aquellos de consumo fácil ligero aún que  sean toxicos, pues no existe la responsabilidad ética suficiente en los medios de comunicación para controlar este  tipo de información que entregan a los televidentes, lo único que se busca en esencia  atraer aún consumidor ávido de espectáculo, deseoso de mirar aquello se sale de lo normal, y por desgracia la muerte, la sangre la violencia en sus más variadas formas y sobre todo la física, son hechos espectaculares que venden que capturan anunciantes y público es el objetivo final de todos quienes pautan publicidad en los medios de comunicación.
La lógica perversa del mercado presiona para que los medios de comunicación den un tratamiento también perverso al problema de la seguridad ciudadana, asegura Rolando Pérez en una entrevista realizada por Fernando Carrión, (Ciudad Segura – Flacso, Quito 2007) quien asegura
"En materia de seguridad la agenda de los medios de comunicación está muy restringida y apegada casi literalmente a la agenda y a la información que emite la policía, por lo que no hay un proceso de investigación más a fondo ni tampoco se consideran temas de investigación y de tratamiento de la información de modo sistemático que responda a un estudio previo"[7]

Vale decir responsable de un tema tan sensible y delicado como es la seguridad de la ciudadanía. Esta aclaración cabe  considerarla dado que quizá alguien pueda pensar que el propósito de la televisión al exacerbar la delincuencia y la violencia callejera sea general una conciencia de seguridad ciudadana, pues todo lo contrario,  está inseguridad virtual,  termina creando una psicosis en la comunidad que empieza a desconfiar de todo y de todos,  a tener miedo al vecino a juzgarlo, al mirarlo como un potencial enemigo, obviamente éste tipo de actitudes desencadena acciones violentas que perturban la vida de la colectividad por supuesto la tranquilidad individual.
Para la educadora venezolana Gisela Ortega "el efecto más pernicioso de la violencia televisada radica en negar la posibilidad de estimular la sensibilidad ante el dolor humano y olvidar el lado virtuoso, digno  y noble"[8] en realidad cuando la televisión expone la violencia, la humillación y el dolor con tanta frecuencia se convierte, este,  en un hecho cotidiano, parte de la vida diaria de una comunidad, nos acostumbramos a verlo tanto a cada instante,  a cada momento, en un torbellino de imágenes,  que de repente se nos hace algo común, algo natural perfectamente entendible, dentro de lo que es la vida humana es decir pasa a formar parte de nuestra realidad del diario, esta situación termina convirtiéndonos en seres insensibles y ya no nos alteramos,  tampoco nos extrañamos ante la violencia, es más encarnamos tal ideología que consideramos común,  natural tratar de resolver los conflictos que tengamos aún dentro del hogar, por la vía violenta ya que estamos acostumbrados a ver qué esa es la única forma de solucionar diferencias.

En 1988 la Unesco presenta algunos datos sobre la violencia con que se maneja la televisión en el Ecuador y  nos dice "los programas destinados a los niños, contienen de tres a cuatro veces más violencia que los programas destinados al público adulto, también observa que las series que  provienen de Estados Unidos y Japón son aquellas que más violencia contiene" (UNESCO – Violencia y Educación, 2010) esta situación de ir domesticándonos, adaptándonos a niveles de violencia, se expresa en el hecho de que se afana tanto la televisión  en  presentarnos la crónica roja como un proceso constante que en muchas de las ocasiones de acuerdo a estudios resulta magnificada en por lo menos cinco o seis veces más de lo que realmente sucede en la calle.

Para algunos sociólogos como Jeremiah O’Sullivan Ryan,[9] estima que el propósito de sobrecargar de escenas violentas especialmente crónica roja en la televisión obedece a la intención de la clase dominante de adoctrinar a las masas sobre quién tiene el control del poder social y en general a quien favorece la violencia; además este tipo de violencia generalmente crea estereotipos que hace que de repente vayamos absorbiendo mensajes subliminales y seudo subliminales como sucesos de corte fascista, pues siempre los buenos se identifican con los  blancos, altos, rubios, Norte americanos o europeos;  en tanto que los malos siempre serán bajitos latinos negros o árabes es decir todo aquello que últimamente el imperio conoce como los países del mal,  así lo afirma un estudio realizado por Álvaro Pan y Daniel Erosa
"mediante algunos trabajos de investigación realizados con niños latinoamericanos, se obtuvieron los siguientes estereotipos televisivos: los tipos buenos son norteamericanos, solteros, ricos y en general aquellos que trabajan como detectives, policías militares. Los tipos malos son negros, pobres obreros o dependientes. Luego esos tipos malos identifican también con habitantes del ex bloque socialista y con los árabes"

El tratamiento que en Ecuador se da a los temas de crónica roja hace que en cada vez se vaya deshumanizando más la realidad de los hechos, pues empieza a usarse un lenguaje ofensivo  desnaturalizador y peligroso,  fuertes epítetos, califican a los involucrados como si se tratase de objetos antes seres humanos, sumergiéndolos  en el   anonimato, desconociendo sus derechos, negando les incluso su humanidad.
Este tipo de sensacionalismo distorsiona y oculta las causas reales de la inseguridad que padece la sociedad, diluyendo la violencia estructural en una mascarada en la que coloca a los síntomas y a la expresión de la misma en el lugar de la causa haciendo que el público vaya relacionando inconscientemente a la violencia como  propia de las clases económicamente más desfavorecidos, vale decir,  ver a los pobres como delincuentes, a los negros, asesinos, a los extranjeros como criminales; si nos detenemos un poco en éstos juicios que se acaba de formular, veremos que el trato que se da a la información de crónica roja siembra en nosotros aquellos estereotipos que creíamos ya superados, de repente se apodera de la conciencia colectiva elementos tan peligrosos como el racismo, la xenofobia, la criminalización a todo lo que nos  huela a diferente, a extraño y aún a pobres, sin darnos siquiera lugar a reflexionar de que entre estos últimos también nos contamos nosotros pese a elaborar  tan horrorosos juicios de valor.
Frente a esta psicosis colectiva, el estado de derecho y generalmente responden a los intereses de los grupos de poder propone el aumento de las fuerzas represivas, el aumento de la policía, como si ello fuera a solucionar un problema que tiene raíces estructurales en un sistema por definición violento, por injusto,  represivo, excluyente y agresivo.



Manejo que se realiza de la información de crónica roja los canales Ecuavisa y Teleamazónas.
En el marco del análisis precedente se ha señalado la predilección que ha surgido en toda la televisión ecuatoriana por  exponer a la crónica roja como el consumible más rentable para ellos y mas apetecido por una teleaudiencia  desesperada por productos  ligh, ligeros de contenido y que no demanda esfuerzos intelectuales de interpretación, razonamiento y reflexión es muy  particular el caso de  Tele amazonas y Ecuavisa,  como  genuinos representantes de los grupos económicos monopólicos que  encarnan en su política informativa  todo el contexto ideológico que se ha venido señalando desde el comienzo de este trabajo.
Pues estos canales de acuerdo a las observaciones de su página web, se  constata que de cada 7 informaciones, 5 pertenecen a la crónica roja, tanto en Ecuavisa como en Teleamazonas, lo que equivale al 71% de la información, sin sumar a ello aquellas informaciones que pueden considerarse escandalosas o detonantes de una  virulenta oposición al Gobierno.
Sin embargo, antes de abordar  estos casos particulares bien vale remitirnos a varios análisis anteriores hechos por algunos interesados en este tipo de temas.
Cuando empezamos este ensayo hacíamos referencia a los planteamientos de un crítico de la comunicación contemporánea, como ése es el semiólogo Ignacio Ramonet, señalando entonces que los medios de comunicación habían dejado de cumplir con su función vital cual fue de haberse constituido en determinado momento de su historia, en el cuarto poder de la democracia, es decir, aquel intermediario entre el poder y la sociedad civil que actuaba como árbitro y  juez de los excesos del poder, para convertirse en lo que este crítico denomina "perros guardianes del poder" pues en efecto al haberse convertido los medios de comunicación en empresas transnacionales todopoderosas que junto al capitalismo financiero mueven y controlan el mundo, estos dejaron de cumplir su función social, se  volvieron contra el ciudadano, contra el pueblo que antes los vio cómo sus mejores defensores, así se demuestra cuánto de repente estos medios de comunicación, voceros del poder atacan con la mayor voracidad posible a todo grupo o tendencia progresista, así se demuestra en el caso de muchos países latinoamericanos, entre ellos el Ecuador,  que por poseer gobiernos, que sin ser necesariamente populares, son sin embargo ajenos al poder imperial que desea controlar la mayor potencia mundial, obedeciendo a la lógica estructura del capitalismo financiero global, aquellos medios de comunicación que en lo local representan a estos sectores de poder se tornan los más extremistas opositores a todo tipo de gobierno progresista, ya que sienten,  que las acciones de dichos sectores políticos ponen en riesgo su estabilidad y sus privilegios como clase de poder supremo.
Esta suerte de de poder mediático que van creando los medios de comunicación en los que hacen que la sociedad, que la colectividad funcione de acuerdo a sus reglas, pues tienen la capacidad de fabricar verdades de las mentiras, de ocultar la realidad para presentar la cara que mejor les convenga,  tal como se ha venido demostrando a lo largo de la presente revisión.
Con el afán de sabotear todo intento de cambio de progreso social estos medios son capaces de actuar de la forma más inescrupulosa, a este tipo de acción Ramonet denomina "la guerra sucia mediática (...) para sabotear el poder popular lo hicieron ya en 1970, diario El Mercurio en Chile, contra el gobierno de Salvador Allende, en 1980 La Prensa, en Nicaragua contra los sandinistas para que perdieran las elecciones, es igual a lo que sucede actualmente en Ecuador, Bolivia Venezuela y Argentina; una oposición feroz contra toda reforma que modifique la jerarquía de poder y la distribución de la riqueza"[10] pues dentro de esta lógica de mercado lamentablemente la ética desaparece de los medios de comunicación pues  estos se convierten en las nuevas armas de lucha política e ideológica con que el poder se enfrenta a la comunidad, pues bien es en este contexto que debe entenderse el uso maniqueísta que  Teleamazonas  y Ecuavisa, hacen de la información de crónica roja, pues el uso tendencioso de la información que ellos manejan, les permite por un lado generar en la comunidad una psicosis de miedo terror, hacerlos sentir desprotegidos, y vulnerable, inocular paulatinamente aquellos viejos males de la más rancia oligarquía, capitalista como son la xenofobia, el racismo, el temor a los diferentes, criminalizando todo aquello que huela a intento de libertad, de insurrección, ¿acaso no lo han hecho así históricamente todos los medios de comunicación en el país?, ¿acaso no quedaron comunistas criminales a los obreros del 15 de noviembre de 1922?, ¿acaso no fueron los mismos "héroes" de la libertad de prensa, como son Jorge Ortiz y Carlos Vera, los que etiquetaron de indios sucios, cobardes, criminales, anarquistas, a los movimientos indígenas que se levantaron en 1990?; pues sí, fueron exactamente los mismos personajes, que hoy se rasgan las vestiduras diciendo que una ley de comunicación es una ley mordaza, porque les impondrá control para evitar todos sus desafueros y la falta de ética con que actúan.

Al volver al pueblo sumiso, encerrado en el temor de ser asaltado, asesinado, vulnerado sus más elementales derechos, los obligan aceptar  como verdades irrefutables, la necesidad de una mayor seguridad, la necesidad de buscar en cuerpos armados, represivos y a la final son las  ideas  centrales de la derecha de este país y de todo el continente, y  la solución al conflicto está en oprimir al hambriento, en encarcelar al insurrecto, en criminalizar a todo aquel que piense diferente, a todo aquel que sólo es víctima de un sistema excluyente, que devora seres humanos y los arroja la calle cuando ya no le son útiles; esa es la famosa doctrina de la seguridad,  que tanto daño y muerte le causó al Ecuador, desde el infausto periodo en que gobernó aquel personaje  de triste recordación para las clases populares ecuatorianas como fue el Ing. León Febres Cordero, bajo esa ley, se torturó, se mató, se desapareció miles de seres humanos por el solo hecho de reclamar justicia y de exigir su derecho a vivir en una sociedad mejor; esas son las crueles intenciones de la derecha más reaccionaria de este país, al presentar a la inseguridad como el principal problema del país, pues así logra que la ciudadanía se volque  a pedir un endurecimiento de penas, a eliminar aquellos atisbos de derecho humanitario, que la lucha  popular logro incluir en la constitución del 2008, y que hoy esa misma prensa poderosa está presionando para que sean eliminados, y a la que por desgracia el gobierno actual sucumbe al someter a consulta popular un conjunto de reformas al derecho penal, que posiblemente significa que un retroceso del proceso de liberación de las clases.
La otra arista que justifica la actitud estos dos canales de televisión es sacar a relucir la inseguridad como producto de una mala administración,  política de este gobierno, es decir parte de un trabajo claramente planificado, que pretende hacer oposición sutil a las acciones progresistas que está desarrollando este gobierno y que contradicen intereses de las clases dominantes; creando incertidumbre inseguridad y temor, la población clama por justicia, por supuesto una justicia mediática, que no tiene mayor reflexión, en la que no importan los argumentos  lógicos, sociológicos o psicológicos, se actúa con una intensa manipulación emocional de la conciencia colectiva, apoderándose de ella, inyectándole  la idea de que este modelo gobierno provoca catástrofes sociales, como la inseguridad, además con esta manipulación informativa logran ocultar las causas reales de la violencia, ejemplo de ello es el discurso por demás patético del abogado Jaime Nebot Saadi, que sin vergüenza alguna busca condicionar la acción a que está obligado como Gobierno  del cantón Guayaquil a la ejecución de reformas que complazcan su autoritarismo y crueldad tal y como lo ejerció en el gobierno de su maestro, crímenes por los que hoy aún no ha sido procesado a pesar del informe expuesto por la comisión de la verdad con lujo de detalles.

Finalmente consideramos que la presentación con tal crudeza de una serie de imágenes horrorosas, bañadas de sangre, donde el periodista, que en mucho se asimilan a aves de rapiña, busca desesperado la noticia más oscura, más abyecta, con mayor contenido obsceno y violento,  para presentarla como primicia y cautivador audiencia pues se está haciendo profundo daño a la colectividad ecuatoriana.
Se impone que como futuros profesionales de la comunicación social busquemos alternativas éticas que brinde a la ciudadanía los instrumentos necesarios para desarrollar una crítica reflexiva y cuestionar  esta verdad obscura, y desmonte la fábrica de mentiras que manipula ofende y  lacera la conciencia.



Fredy Torres A
Junio del 2011




















[1] Doctor en Semiología e historia de la cultura, Director del  periódico Mensual  Le Monde Diplomatique de París, importante voz de la corriente crítica de la comunicación contemporánea.
[2] Psicolinguista Norteamericano
[3] ARIAS María Leonor, Violencia Familiar por Televisión, Revista Chasqui, Nº  89. Quito 2005.
[4] Carlos Alberto Libânio Christo, Fraile Dominico brasileño, teólogo de la liberación, autor de más de 50 libros sobre temas sociales.
[5] Frei Beto, Revista América Latina en Movimiento, Nº 270, Quito, Abril 1998.
[6]  MONSIVÁIS  Carlos, Ética y Periodismo,  México D F. 1995.
[7] Carrión Fernando, Revista Ciudad Segura, Nº 16, Quito 2007
[8] Ortega Gisela, educadora venezolana, citada  en el Editorial de la Revista Derechos del Pueblo, Nº 80, editada por la CEDHU, Quito 1994.
[9] O’Sullivan Ryan Jeremiah, “Violencia y Pornografía en la Comunicación Social” Venezuela, 1989.
[10] Ramonet Ignacio, Conferencia “La Información Aparato Ideológico de la Globalización” CIESPAL, Quito  diciembre 7 del 2010.

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