LA RESPONSABILIDAD SOCIAL
Permanentemente hemos escuchado que el hombre es un ser gregario, pero, pocas veces comprendemos en extenso y con suficiente claridad este concepto; Ser gregarios es mucho más que ser animales sociables, vivir en sociedad es dimensionar en su exacta medida las múltiples interacciones, que espontáneamente se generan en una sociedad determinada.
Pues la supervivencia de toda sociedad depende del cumplimiento riguroso de un conjunto de reglas y normas sociales que lejos de ser el antojo de brillantes intelectuales, son el resultado de la necesidad social; De ahí que, si un sector o una sola persona no observa dichas reglas se crea un trastorno que necesariamente repercute en la vida de dicha agrupación, por ello la necesidad insoslayable de cumplir estrictamente con nuestras obligaciones y consecuentemente exigir que los demás cumplan también sus deberes, pues esta observación y exigencia es la obligación fundamental de todo ciudadano.
Tenemos el equivocado concepto de que la arbitrariedad ajena mientras no nos perjudique, no nos compete y creemos, cómodamente que esa es función exclusiva de las autoridades, quienes (según este mismo criterio) fueron instituidas para eso; Y al amparo de este pobre criterio cívico; Cometemos, dejamos cometer; ilícitos y arbitrariedades.
Hemos generado, no sé si a modo de coraza protectora, una indiferencia bastante estúpida, que cotidianamente nos convierte en víctimas de nuestra propia cobardía.
Nos duelen las injusticias pero nos callamos y las toleramos, Nos aterra la corrupción pero la soportamos, y cuando podemos la alimentamos y nos aprovechamos de ella.
Es conversación predilecta los errores ajenos, los nuestros siempre nos molesta que alguien los mencione; Siempre encontramos suficientes razones para apartamos de toda organización; nos resulta muy cómodo negarnos permanentemente a asumir compromisos, en tanto no haya de por medio buen provecho, pero somos expertos en señalar errores en quienes los asumen, solo, que casi siempre tales señalamientos lo hacemos entre paréntesis o simplemente en ausencia del implicado;
Renegamos continuamente de todo y de todos, especialmente de aquellas instituciones y organizaciones que están junto a nosotros, y en los corrillos de las mismas siempre escuchamos sabias soluciones a los problemas, pero nunca, a menos, que de por medio haya importantes réditos nos comprometemos en niveles directivos de las criticadas instituciones; Continuamente nos lamentamos que no existe colaboración cuando estamos en la dirigencia, pero cuando es nuestro turno de ofrecerla nos negamos igual; y a pesar de todo por indolencia o comodidad siempre dejamos en manos de otros las decisiones que afectan nuestra vida y luego hacemos de ella un denario de lamentaciones.
Pues se torna urgente un cambio de actitud frente a la vida, un cambio profundo que se inicie en cada uno de nosotros, que cada hogar cimente valores de responsabilidad social, honestidad, amor y respeto por los derechos propios y colectivos, en cada niño ecuatoriano; Que las instituciones educativas formen y exijan jóvenes coherentes entre el pensamiento y la acción; Quizá así tengamos adultos con responsabilidad social, sin timidez, sin evasivas, reclamando con vigor sus derechos sin otorgar concesiones y cumpliendo escrupulosamente sus obligaciones.
NO REHUYAMOS NUESTROS DEBERES Y NO PERMITAMOS QUE LOS DEMÁS LO HAGAN, SEAMOS HONESTOS.
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Fredy Torres A. 06/04/04.
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