MEDIO SIGLO DE SIGLAS BASURA



TERRORISMO MEDIÁTICO (3)

Ponencias que corresponden al “Encuentro latinoamericano vs Terrorismo mediático” realizado en Caracas en el 2008. En el que participan  destacados comunicadores, sociólogos y filósofos latinoamericanos.
Gracias a los compañeros administradores  de la página de la Central de Trabajadores de Argentina,    que han colgado  esta importante información en su página. http://www.cta.org.ar/

Atentamente.
Fredy Torres A.
Agosto  5 del 2011.

MEDIO SIGLO DE SIGLAS BASURA
José Steinsleger

Quiero agradecer a los organizadores de este foro y anticiparme a lo que ineludiblemente sobreviene al final de este tipo de encuentros —no se preocupen porque en toda América Latina es igual—: se terminan estas intervenciones, y alguien pregunta: “Bueno, y entonces ¿qué podemos hacer?” En realidad, quiero anticiparles que yo soy un convencido de que estamos haciendo ya muchas cosas. Por ejemplo, hoy, en horas de la mañana, estuve en un programa donde pude ex-playarme acerca de lo que significa y subyace en esta reunión paralela, que se celebra aquí a pocos metros de la Sociedad Interamericana de Prensa
Es insólito que un periodista latinoamericano pueda hablar en un canal de televisión, en términos críticos, sobre la Sociedad Interamericana de Prensa. Yo
Escritor y periodista mexicano. Miembro cofundador de la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap, 1976); de la Agencia Latinoamericana de Servicios Especiales de Información y del movimiento en defensa de la humanidad.
Steinsleger hace referencia a la acostumbrada reunión de medio año de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que fue celebrada esta vez en Caracas, del al 30 de marzo de 2008, para analizar “el comportamiento de la libertad en las Américas”, según anunciaba la página web de la SIP. Entiendo que esto no fue una concesión del canal, ni siquiera una concesión de los organizadores de este evento, ésta es una consecuencia del espacio real que están consiguiendo y consolidando nuestros pueblos en América Latina. De modo que todos estamos haciendo algo, todos estamos haciendo cosas que van a ser importantes y trascendentes en unos años más, si es que ya no lo son. América Latina vive un momento excepcional, así que de antemano un agradecimiento.
Yo preparé una ponencia formal que no voy a leer, porque si no se van a ir todos. Leer ponencias es muy aburrido, especialmente da la sensación de que quien expone, por lo general, leyendo, no conoce bien el tema o es posible que tenga dificultades. Pero, en todo caso, no voy a leer las quince páginas de la ponencia, sería casi una agresión. [Sin embargo], me voy a referir a los temas que están contenidos en ella. Básicamente, la intitulé: “Medio siglo de siglas basura”.
La SIP, Sociedad Interamericana de Prensa; el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), que es un organismo que está en Estados Unidos, alineado obviamente con esta concepción de la libertad de prensa que vamos a desarrollar muy sucintamente en los próximos minutos, y un organismo de choque meramente mercenario. Creo que esto hay que diferenciarlo. Cuando empleamos los adjetivos calificativos de nuestros enemigos, creo que tenemos que diferenciar algunas cosas; yo no creo necesariamente, por ejemplo, que la Sociedad Interamericana de Prensa sea un grupo de mercenarios, no, son algo mejor que los mercenarios, son sus dueños, son sus contratistas. Son los amos de la prensa, sí, pero también son la correa de transmisión del gran capital y tienen esa suerte de honorabilidad, por decirlo de una manera amable, que no tienen organismos mercenarios y de choque como Reporteros Sin Fronteras, que sí fue concebida con esta finalidad, que no es nada sutil.
Este medio siglo de siglas basura arranca en la época en que surge “los amos de la prensa”, denominación acuñada paradójicamente por un gran investigador norteamericano que vivió en la primera parte de este siglo, murió de viejito en la segunda mitad, George Seldes, quien empezó en Estados Unidos a hacer una investigación sobre qué rol cumplían los medios de comunicación como correo de transmisión de los intereses del sistema, de modo que de ahí viene la expresión. En mi ponencia hablo de algunos aspectos históricos de la Sociedad Interamericana de Prensa, y arranco diciendo que, si esta entidad gremial patronal fuese realmente representativa de los valores y los principios que asegura representar, el edificio de cristal que tiene en la ciudad de Miami debería haber evocado la memoria de un gran periodista argentino que se llamó
Gregorio Selser y que investigó muy acuciosamente durante su vida, el rol que cumplía la SIP en nuestros países. [Pero] no, este edificio lleva como memoria a un coronel que se llama Jules Dubois, [quien] fue un coronel de la CIA que es el que diseñó los estatutos, los protocolos, los principios y los referentes principales de lo que se llamó Sociedad Interamericana de Prensa, en el año 1943, cuando se constituyó en Cuba, y cuando empezó a jugar un rol mucho más intenso en la época de posguerra, a partir del año 1946.
Fíjense ustedes por dónde empieza lo que podría ser un arranque de una nueva situación en el mundo, en América Latina, luego de la Segunda Guerra Mundial. Se anticipan de alguna manera todos estos sectores del gran capital y arrancan por lo fundamental: por la in-formación. La información juega un rol casi, podríamos decir, de avanzada en el proceso de embrutecimiento y sometimiento de los pueblos. Primero, es la información; después, es la política; después, es lo militar.
En el año 1943, nace la SIP en La Habana. En 1945 se firma el acta de Chapultepec, que arroja las bases de lo que hoy día conocemos con el nombre de Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), brazo militar de la política imperial de Estados Unidos en el continente. Y en 1948 —justamente en estos días se celebra o se conmemora el sesenta aniversario— la constitución de la Organización de Estados Americanos, como expresión política de estos intereses. Vean cómo se va cerrando entonces el círculo: la SIP, el TIAR, la OEA.
Ahora bien, en la parte económica —tenemos lo informativo, lo militar, lo político— no fue tan sencillo doblarle el brazo a una serie de grupos y de proyectos que se estaban dando en la América Latina de los años cuarenta y cincuenta que, genéricamente y en forma un tanto académica, se llama “proceso de sustitución de importaciones”, “impulso en la industrialización”; lo hemos vivido en varios países, pero que tenía como exponentes de estos modelos de de-sarrollo a sectores del capital que habían depositado su confianza en los mercados internos y, por lo tanto, de ahí se derivaba el nombre o la denominación de burguesías nacionales.
Estas burguesías nacionales, hoy día ya, virtual-mente, han desaparecido, arrolladas por los grandes capitales transnacionales, que han afincado todo su proyecto económico en el desarrollo del mercado de exportación, dándole las espaldas a las necesidades de ese mercado interno. Es decir, que aun cuando, en términos ideológicos, podíamos decir: “bueno, también aquellas burguesías se llaman reaccionarias”; sí, pero había una diferencia con estas, no eran, aunque fueren por razones de carácter económico, meramente entreguistas y, por lo tanto, en virtud de sus intereses de desarrollo de su mercado interno, sí formaban parte de cierto esquema de conciliación, de alianzas de clase que permitían, que llevaban a un desarrollo político con ciertos espacios democráticos y ciertos espacios de una libertad de expresión que era quizá un tanto más benévola que la que hoy día estamos padeciendo en el continente. Esta realidad ya, históricamente ha desaparecido, y sus reivindicaciones y espacios donde los partidos políticos podían darse el lujo de ser, inclusive, socialdemócratas.
Durante muchos años, en este continente, entre los años cuarenta y cincuenta —el caso de Betancourt en Venezuela es emblemático—, pensamos que era posible desarrollar una suerte de socialdemocracia, pero que no fue sino un clon de lo que era la social-democracia europea. La socialdemocracia europea dio la batalla en Europa contra el nazifascismo; se fajó, dio su sangre. En cambio, la socialdemocracia latinoamericana, como la de Rómulo Betancourt —que es el caso más conocido por ustedes— o el caso de la Revolución Liberal de Costa Rica y de otras expresiones similares que hoy día se agrupan también en un organismo bastante aguado que es la Internacional Socialista Latinoamericana, hoy día, tampoco expresa, ni representa, ni puede garantizar los propios ideales que enarboló en su momento.
Entonces,  hubo  que  matar.  En  América  Latina, ustedes siempre habrán oído por ahí —aquí mismo, pueden trasladarse a los foros de la Sociedad Interamericana de Prensa— decir que el ejemplo tiene que ser el del modelo chileno. Muy bien, pero para tener un modelo chileno hay que matar, y para matar hay que tener un proyecto, no es tan fácil matar.
Entonces, como les decía, la instauración del modelo económico neoliberal en la América Latina tuvo serias dificultades; la principal: la resistencia popular. No obstante, podemos decir, desde cierta perspectiva, que los modelos neoliberales, finalmente, terminaron imponiéndose en este continente. Y, detrás de esto, una propuesta de carácter mediático que cerraba el círculo también y que debía a su vez interpretar qué era esta nueva forma de concentración del capital, especialmente, en el aspecto mediático.
La forma como las transnacionales mediáticas conciben la información y, básicamente, la comunicación, que son dos cosas distintas: una información es procesamiento de datos; en cambio, la comunicación supone un paso cualitativo que exige contextualizar esos datos. Pues bien, la política de la Sociedad Interamericana de Prensa consiste en no contextualizar nada, o sea, que los fenómenos de la sociedad ocurren y se producen porque sí; es una realidad muy mecanicista, muy lineal, donde los complejos fenómenos de la sociedad, desaparecen como divorciados entre sí y, por lo tanto, el llamado receptor, aun cuando quiera entender qué es lo que está pasando, tiene muchas dificultades por esta forma de tratar la información sin una política y sin una propuesta de comunicación. Y, finalmente, la parte más grotesca de toda esta historia: la comunicación transnacional es concebida como entretenimiento, el entertainment; los hechos concretos y la sonrisa permanente ante tragedias que claman al cielo por su resolución. De modo que contra esto es que estamos peleando.
En la Sociedad Interamericana de Prensa hay muchos empresarios que están conscientes de las palabras que digo. Yo no estoy hablando aquí de lo que siempre se ha hablado en la denuncia, es decir, de ese núcleo duro, tradicional, que conforman La Nación de Buenos Aires, El Mercurio chileno, El Comercio de Lima, El Comercio de Ecuador y los medios que tradicionalmente fueron asociados a familias oligárquicas tradicionales en nuestros países y a todos los procesos en donde ha habido golpes de Estado, intervenciones militares, asonadas, proyectos antipopulares; a todo esto siempre han estado asociados estos medios de comunicación impresos que acabo de citar. ¿Quiénes son estos “amos de la prensa”? En realidad, ni siquiera aparecieron ahora, por decir así, en el punto histórico del que arrancamos a mediados del siglo XX. No, ellos pertenecen a la estirpe, y la expresan y representan cabalmente, de aquellos que en el Congreso del Zulia, en 1829, decidieron borrar, expresamente, el nombre de Bolívar de la memoria histórica de los pueblos: los legisladores de Maracaibo de aquél entonces.
Entonces, fíjense qué interesante esto, porque es-tos supuestos periodistas —que, como bien decíamos, no lo son, son los “amos de la prensa”— suelen tener un discurso del tipo de “bueno, pero es que ustedes siguen anclados en el populismo, en los sesenta”, por no hablar de que no todos somos comunistas, y por este camino somos todos terroristas, y ya sabemos que las FARC tienen bombas nucleares escondidas en las zonas del Amazonas, del Magdalena medio —esto está absolutamente demostrado, hace cuarenta y ocho horas se acaba de anunciar y, por lo tanto, no se puede dudar de esto—. Perfecto, eso es terrorismo mediático, y ese terrorismo mediático viene desde aquella época, viene desde que se destruyó el proyecto de la Gran Colombia, en el marco de una claridad geopolítica y conceptual por parte de las grandes metrópolis, que ya estaba muy bien definida entonces. De modo que ni siquiera tenemos la gloria de ser viejos comunistas o viejos socialistas o viejos populistas de hace setenta años, ochenta años. No, somos los malditos de 1810; fuimos los que justamente señalábamos todas estas cosas y, por lo tanto, así como hoy defendemos el proceso de la Revolución Bolivariana, que no tiene por qué ser simple, va a ser complejo, enredado, frustrante, caótico, victorioso, pero bueno estos son los procesos que tienen vida, similares a los que ya entonces abogaban por la necesidad de unidad de los pueblos latinoamericanos. A mí la palabra unidad no me entusiasma mucho, creo que es bastante abarcadora, prefiero hablar de espíritu de confederación, que permite un nucleamiento de las múltiples expresiones que caracterizan a la complejidad de nuestros pueblos. Por un lado la unidad: hace mucho que se pelea por la unidad, y creo que también aquí hay que precisar algunas cosas.
Veamos y hagamos una sinopsis inicial: el contexto en el que estamos viviendo es un eje de confrontación que ya estaba instalado en las guerras de las luchas por la independencia. El ataque del Ejército colombiano en territorio ecuatoriano, y no quiero incorporar aquí el dato puntual por el que el Ejército colombiano atacó en territorio ecuatoriano, simplemente quiero señalar lo que ningún medio de comunicación de estos grupos afiliados a la SIP destaca: un salto cualitativo y una nueva etapa de regionalización de la guerra con un propósito ulterior que es el de avanzar y el de proyectar el Plan Puebla-Panamá sobre la región andina, amazónica y caribeña. Entonces, este es el contexto en que se da ese ataque; luego, quien quiera seguir tratan-do de averiguar si las FARC tienen o no uranio o bombas nucleares terroríficas, pueden seguir con eso, pero básicamente el punto de arranque es el otro.
Este proyecto del Plan Colombia —Plan Colombia, Puebla Panamá, Patriota, como se lo quiera llamar— tiene como objetivo fundamental romper, no solamente el proceso de la Revolución Bolivariana, sino los proyectos de integración del Mercosur, los que abogan por la necesidad de fortalecer el ALBA, el Banco del Sur — estas distintas modalidades, avances, ensayos, que se están haciendo en la búsqueda de este ideal latinoamericano común.
En tercer lugar, esta reunión que estamos celebran-do, paralela a la de la SIP, es paralela a una ofensiva oligárquica que hay en estos momentos en Argentina y en Bolivia, protagonizada por productores rurales. Fíjense, ustedes, los tradicionales sectores vinculados a la tierra, a la producción rural, son los que están encabezando en este momento la desestabilización en estos dos países. Y, lo que veníamos comentando, los medios de comunicación monolíticamente en Perú, en Chile, en Argentina, bloquean y eliminan cualquier posibilidad de discernir sobre estos contextos en los cuales se está desarrollando esta suerte de ofensiva monroísta, como se le llamaba en otros tiempos. Ése es el tercer punto.
Y en un tercer nivel también, una reunión de brujos que se está celebrando nada menos que en la cuna del Che, en Rosario, Argentina, donde se han nucleado los peores exponentes, ya ni siquiera de la derecha con la que quizás podamos hablar, sino de una extrema derecha, operativa, que básicamente está sustentada por la CIA, que va desde Roger Noriega, pasando por Vargas Llosa, el Sr. Aznar, Carlos Alberto Montaner. Es decir, realmente gente muy, muy mala y, por cierto, nada democrática.
Entonces, estos son los puntos que yo quería fijar para entender de qué vamos a hablar y cuáles van a ser nuestras inquietudes en esta reunión, y quisiera cerrarlo también con un homenaje a un señor que fue asesinado el 4 de abril de hace cuarenta años: Martin Luther King. Me gustó que hubiese dicho algo que era tan interesante como que una de las palabras más apaleadas de la historia es la palabra democracia. Luther King decía que la sumisión y la tolerancia no son el camino moral, pero sí con frecuencia el más cómodo. En suma, creo que los que nos hemos suma-do a este esfuerzo, a esta gran iniciativa para debatir estos problemas aquí, en Caracas, obedecemos a un principio ineludible: sólo ganan batallas los que están en ellas.

17/08/2011
http://frative-mingadelpensamiento.blogspot.com/

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